UNESCO estudia el flagelo de la violencia digital contra las mujeres periodistas
El incremento de la toxicidad online y la hostilidad desde las redes sociales, proliferan en todo el planeta. Esta dolorosa situación está impactando en forma profunda el bienestar emocional de las mujeres periodistas, como demuestra el resultado del estudio The Chilling: global trends in online violence against women journalists [Escalofriante: tendencias mundiales de la violencia en línea contra las mujeres periodistas] de la UNESCO. Las reporteras participantes de 125 países, hicieron un llamado unánime de apoyo, tanto a sus gobiernos como a los medios para los que trabajan, con el fin de controlar las oleadas de violencia online.
Uno de los testimonios revela la gravedad del problema: “[Cada vez que salía al aire], recibía en mi correo electrónico de Al Jazeera -porque de alguna manera estaba infiltrado- una amenaza de muerte. Una de ellas, que nunca podré olvidar, [decía]: ‘Estarás mirando a la cámara para hablar con tu audiencia y empezarás a leer el boletín y el guión delante de ti. Te darás cuenta que hay una pistola y [una] bala; esa bala irá directo a tu cabeza’. Luego empezaron a enviarme fotos pornográficas por correo electrónico… empezaron a poner mi cabeza sobre mujeres desnudas. Y luego, hicieron otro correo electrónico en mi nombre y empezaron a enviar a mis colegas fotos de [mi] cabeza sobre un cuerpo desnudo, también fotos porno.”
Según la UNESCO, las soluciones para contrarrestar esta situación comienzan con el reconocimiento del flagelo y su tratamiento informativo en los medios de comunicación. Como moderadores del debate público que son, los medios deben propiciar la discusión sobre los estereotipos, prejuicios y la violencia en contra de las mujeres y niñas en sus noticias. Además, cuando una de sus reporteras esté siendo acosada, la casa periodística para la que trabaja debería construir notas de largo aliento en donde profundicen la naturaleza de la agresión y detallen las acciones que se estén llevando a cabo para contenerla. De igual forma, se espera que los medios sostengan posturas claras de apoyo público en favor de la agredida desde los editoriales y adopten medidas preventivas para modular los comentarios tóxicos que llegan a sus sitios web.
De otra parte, también se necesita que las mujeres periodistas luchen contra la normalización de esa situación, denunciando cuando están siendo víctimas de acoso. El estudio “The Chilling” muestra que el 73% de las encuestadas reconocieron haber experimentado violencia digital en el curso de su trabajo, pero de ellas solo el 25% lo había reportado a sus empleadores. Es decir, solo escalaron a sus superiores los casos más extremos de violencia online.
En Colombia, hemos documentado en las investigaciones casos de acoso a periodistas por parte de políticos en X, antes Twitter. Actores legítimos, que ocupan las más altas dignidades del Estado contribuyeron a la formación de redes de violencia verbal en contra de los reporteros, poniendo en riesgo su seguridad. Estos casos continúan, aunque con diferentes protagonistas; es decir, en Colombia, con frecuencia los ataques a la libertad de prensa los originan actores legítimos poderosos. Estas situaciones llevan a los ciudadanos a tomar partido. Así, la discusión pública se polariza y las posiciones conciliatorias son muy difíciles de encontrar. En cuanto al acoso en redes a las mujeres periodistas, los incidentes se siguen presentando, mientras las denuncias públicas son escasas. Los casos de las periodistas de Caracol hostigadas -Alejandra Murgas, Lucia Fernanda Yánez y Katrina Melguizovski- y la reportera barranquillera Giselle Barceló, quienes hicieron públicas las intimidaciones de las que eran víctimas, son pasos en la dirección correcta para combatir la impunidad. La solidaridad de sus colegas periodistas en sus redes sociales fue también una acción concreta para poner sobre la agenda una problemática común que debe solucionarse para fortalecer la democracia y garantizar los derechos de las víctimas de la violencia de género. Sin embargo, es mucho lo que resta por hacer para lograr que la justicia actúe de manera pronta y contundente para frenar los abusos. Por lo pronto, las mujeres que hemos estudiado siguen siendo ejemplo de resiliencia y amor por su profesión. Nuestra gratitud por su lucha.